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Juan 1, 1-4: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Principio según la Palabra Reveladora es la Verdad fundamental, el Absoluto, lo que siempre ha sido y siempre será, lo que eternamente es. La Verdad de Dios ayer es la misma de hoy. La Verdad mora en el hombre. Es el plan por el cual el espíritu se mueve para expresarse y darse a conocer, es la mente universal. “Dios inmanente en el universo es la gran causa subyacente de toda manifestación, la fuente de la cual procede la forma, aunque el principio no tiene formas, es de donde se produce todo”. El principio es en cada uno de nosotros como “El Yo Soy” y se expresa o se mueve a través de las ideas. Una palabra es una idea expresada. Dios como mente creativa se mueve a través de pensamientos. Palabra según la Palabra Reveladora es “El medio por el cual Dios se revela a los hombres” sobre todo a almas altamente desarrolladas. Es la suma del poder creativo de Dios. Da orden a las cosas. Es la dinámica divina y la autorrevelación de Dios. La palabra es inmanente en el hombre y en todo el universo.

En la inmensidad de Dios, en la Mente Dios esta el Principio (lo Absoluto) de todas las cosas visibles e invisibles. Ese mismo principio por inferencia está en cada uno de nosotros, es en cada uno de nosotros. El principio da a conocer al hombre a través de la palabra. La palabra está en el principio, en lo Absoluto, en el universo, en el hombre. Usamos el poder creativo contenido en el universo, en el principio, en lo absoluto, a través del uso adecuado de la palabra. Se requiere conciencia de Jesús para entender y usar la palabra de Dios. La palabra es el medio por el que la idea se expresa: Mente (Principio, Absoluto) – Ideas (Pensamiento en movimiento)que se traducen en palabras – Expresión o manifestación.

Mateo 19, 23-30: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos.”

Éste es el versículo que más ha lastimado la conciencia de prosperidad de la raza, la creencia que la riqueza y la conciencia no son amigas. El Reino de los Cielos no es un lugar físico donde debemos llegar, no es un lugar que inspecciona nuestras propiedades al llegar. El Reino de los Cielos es el espacio en nuestra mente donde habitan las ideas divinas, donde somos uno con la Verdad. Solo podemos entrar a ese reino a través del dominio de las ideas. Cuando nuestras posesiones toman toda nuestra atención y nuestro propósito, entonces estamos dándole la espalda al mundo de las ideas, estamos limitando nuestro potencial al pequeño mundo manifestado. Dios es mas grande que su propia creación, y para entrar en su Mente debemos despojarnos de ideas de limitación, de miedos de perder propiedades o riquezas. La verdadera riqueza está en la utilización inagotable de la sustancia que es Dios.

Mateo 25:26: “siego donde no sembré, y () recojo donde no esparcí”

Éste segmento de versículo forma parte de la parábola de los talentos. El maestro Jesús en estas pocas palabras nos revela nuestra integridad con el universo, nos revela el principio cuántico de la unidad. En cualquier segundo y centímetros de espacio tenemos acceso a la inmensidad del universo. Nuestra mente está acostumbrada a limitación espacial, creemos que nuestra siembra recoge frutos solamente en el terreno que laboramos. Todo, absolutamente todo, forma parte de la red. El bien (o el mal) que haga a alguien en cualquier lugar, lo he de recibir de regreso a través de otras personas y en otros lugares.

Lucas 15:18: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”

Este es uno de los momentos mas hermosos de la parábola del hijo prodigo. Cada uno de nosotros ha estado alguna vez entretenido en sus propias creaciones, confundido por el drama que nuestro error ha creado, sumergido en el dolor de la miseria material o sentimental a consecuencia de nuestro egoísmo. Levantarse e ir al Padre, so significa que necesariamente cambiemos de pueblo, es un levantamiento de conciencia en el mismo sitio en donde estamos. Levantarse es dirigir nuestra atención a nuestra conciencia mas elevada, la supra conciencia, que guarda residencia en la coronilla de nuestra cabeza. Allí va nuestro enfoque, nuestra intención y nuestros pensamientos. Para acceder a esa conciencia mayor, debemos despojarnos del error, de querer hacer las cosas por nuestros impulsos o propia experiencia. Pecar contra el cielo es pensar separado de nuestra divinidad contenida, es pensar solamente como un humano mentalmente limitado.

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