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Conscientemente hablando

Ella es quizás una de las palabras que escuchamos con mayor frecuencia cada día. Cada uno de nosotros la repite de forma automática y casi nunca sin reflexionar en lo que significa, es algo que ya está integrado a nuestro sistema de creencias. ¿De quién estamos hablando?  Hoy le queremos dedicar este momento a la conciencia. La conciencia es esa dama de la que tanto hablan los maestros espirituales, los psicólogos, los médicos, la prensa, la televisión, en fin, todo el mundo.

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La conciencia es algo intangible pero que al parecer todos estamos de acuerdo en que existe. Su procedencia es del latín y quiere decir “con conocimiento”. La pregunta es ¿con conocimiento de qué?

En primer lugar, tener conocimiento de uno mismo, es decir, podemos darnos cuenta de que estamos vivos, que somos nosotros mismos, de que pensamos y que tenemos memorias.  En segundo lugar, poder tener conciencia del exterior, de las condiciones que nos rodean, ya sean favorables o desfavorables. Tener conciencia significa en tercer lugar darse cuenta de nuestra relación con ese medio que nos rodea, y de cómo estamos interactuando en ambas direcciones con el medio.  

La conciencia involucra un conocimiento reflexivo de las cosas y quiero insistir en esta palabra: “reflexivo”. Si no hay reflexión no hay conciencia, si no hay reflexión estamos actuando inconscientemente.

Nuestras reflexiones se forman considerando diferentes aspectos. El conocimiento heredado procedente de la raza y de nuestros antepasados, del conocimiento aprendido a través de nuestras experiencias, y de la interpretación que hacemos de nuestras intuiciones. 

Emmet Fox, uno de los autores más renombrados de nuevo pensamiento, amigo del movimiento Unity desde sus inicios, y muy conocido por su libro El Sermón del Monte, en una de las charlas que ofreció en la villa de Unity en Kansas dijo “Tenemos la llave de la vida, y esa llave es el conocimiento de que la vida es un estado de conciencia. La explicación de tus problemas, la explicación a todas tus dificultades, y la explicación de tus triunfos en la vida quedan reducidas a esto: la vida es un estado de conciencia. Ese es el principio y el final. El paso final en metafísica. Todos los otros pasos no hacen sino llevarte a eso”

Y es que, al cambiar nuestra conciencia, cambiamos nuestra experiencia en el mundo. Para desarrollar nuestra conciencia se requiere primeramente desarrollar autoconciencia.  Tu autoconciencia es un estado mental reservado única y exclusivamente para ti, nadie tiene acceso a él. Necesitamos de esta actividad, o de ese producto, para actuar e inclusive para sentir. Hasta el dolor es primeramente modulado y transformado de estímulo a sensación antes de hacernos consciente de él.   

Los biólogos físicos colocan la conciencia en diferentes partes integradas del cerebro. Los metafísicos sabemos que la conciencia es parte de la vida, que trasciende lo físico. El cerebro nos ayuda para completar las reflexiones de los estímulos internos y externos que recibimos a través de los tiempos. 

Esto no quiere decir que la conciencia sea ajena a nosotros, puede ser influenciada y dirigida. La propia conciencia se auto observa en cada uno de nosotros.  Cada uno es un auto observador de su propia conciencia. No hay otro componente más importante en la conciencia que el conocerse a sí mismo, auto conocerse, y esto solo podemos hacerlo a través de la auto observación.

Si les preguntara a todos los jóvenes que nos escuchan si quieren vivir una vida más exitosa y plena, seguramente la respuesta sería un “Si” solido. Sin embargo, los jóvenes del milenio no tienen como prioridad las cosas espirituales (por lo menos como las conocemos nosotros), no porque no está en ellos la necesidad o el deseo de ser mejores, y de inclusive descubrir e incorporar leyes universales en su vida diaria, es porque no tienen la conciencia y la voluntad de la auto observación. 

Como único progresamos como humanos es a través de la autobservación. La calidad de un producto se logra a través de la observación del producto, también ocurre lo mismo con la conciencia. La conciencia es todo es nuestra vida, por tanto, debemos observar si queremos cambiar nuestro mundo y nuestras vidas.

Yo estoy hablando de una auto observación lejos del intelecto. Observarnos sin juzgarnos. La auto observación es un auto descubrimiento. Es posible verse por dentro, es posible separarnos de nosotros mismos, en silencio colocarnos desde una conciencia imaginaria, o yo prefiero colocarme desde mi conciencia superior, y observar desde allí en estado neutral mis pensamientos, mis sistemas estructurados de pensamientos, lo que según yo está bien o mal, sin juzgar. Observar también mis sentimientos, mi complacencia y estado de paz o de lucha. Solo observar, no estamos buscando en estos momentos cambiar absolutamente nada. Solamente estamos buscando adquirir la capacidad de despegar nuestra alma del pensante. 

Esta práctica puede ir abarcando mayor cantidad de tiempo consciente. Con la repetición y la práctica podemos llegar a estar consciente todo el tiempo de nuestro enjambre interior y de donde procede lo que estamos pensando y sintiendo, que motivos hay para actuar de una u otra forma, y antes de actuar o decir algo, poder cambiarlo si no trae armonía a nuestras vidas. 

La evolución de la conciencia es una responsabilidad y una tarea individual. Hay en cada uno de nosotros una idea injertada de bien, la idea que nos llama a la unidad entre todos y con todo. Esa idea es el Cristo. 

A través de la autobservación podemos ir moldeando nuestros pensamientos. Se trata de una observación propia calmada, sincera. 

Hay demasiado entretenimiento afuera. Estamos absorbidos por el mundo contemporáneo. Las horas del día no han aumentado, pero jamás la humanidad había vivido una vida tan rápida como la que estamos viviendo. 

Conciencia se escribe con “C”. Celular se escribe con “C”. ¿Cuántos minutos al día pasamos alejados de nuestro celular? ¿Cuántos minutos al día pasamos inconscientes de nuestra conciencia? Si cada vez que dejamos el celular en algún rincón, pensemos que con él dejamos la conciencia, tendríamos más tiempo para observarnos. Mientras buscamos el celular podemos hacernos conscientes de que estamos pensando, de qué está pensando y sintiendo, mi pequeño “yo”.

Cuando estudiamos cosas espirituales, el pequeño yo en nosotros las examina para conceptualizarlas. Ahora queremos vivir el proceso inverso, Queremos observar desde la conciencia crística a nuestro yo.

Dedica tiempo para ti, conócete, tu alma tiene un propósito muy elevado, debemos conocer nuestra conciencia para facilitar el propósito de nuestra alma. Conciencia, corazón, comunión…todas juntas en una “C”. 

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Bendiciones en amor y en Gracia.

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