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Hablando de amor en ti

El amor de Dios que está dentro de ti, es incondicional y es para todo el mundo y al ser así yo también tengo que amarme con ese amor aunque sienta que cometí un error (tanteos de aprendizaje), así como cuando sienta que he acertado. Un ejemplo de amor humano es el de un padre por un hijo, ese amor no está sujeto a lo que el hijo haga, cuando el hijo se equivoca o cometa algún error, un padre no lo deja de amar, en todo caso reprueba el acto pero no a la persona. Cuando un padre le dice que no lo ama por lo que ha hecho,  crea verdaderos vacíos en un niño, pues ellos se saben amados  y merecedores de amor,  y sí además de los padres, la escuela  le hacen sentir al niño que el amor es condicionado a sus actos, están reforzando un concepto del amor completamente dogmatizado.

Si  lo llevamos al hoy nosotros los adultos, que creemos que arrodillándonos o sufriendo Dios nos va a amar más, y no es así, pues  el amor de Dios es absoluto e incondicional. A Dios no le hace falta ese dolor, al contrario Dios nos creo para vivir en puro gozo y algún día  lo vamos a experimentar, ya que ese gozo es el amor.

 Así que deshumanizar el amor debería estar integrado en nuestras acciones-reacciones recordando que el 99% de nuestro ADN es el gen de Dios el cual justamente se activa en acción y reacción con la aceptación de tu luz,   y de manifestar y equilibrar nuestra propia luz. Somos amor y esa es una verdad eterna e inamovible. Nunca más debemos cuestionar el amor, solo en tal caso, algunas acciones que no traen luz una  relación, fuera  la que fuere,  entre padres e hijos o con la pareja. Podríamos hacer un ejercicio, incluso darles equilibrio en el amor a nuestros padres, cuando éramos niños, pues como el tiempo es ondulante podríamos traer esas memorias y en ese tiempo, recalibrar el amor que vivimos y recibimos en ese instante y darles esa comprensión que estamos recibiendo en este instante.

 Dentro del espacio de la Recalibración, un mandato que nos  pide nuestra alma y que viene de adentro es:

 Reconocer lo que eres. YO SOY EL QUE SOY. Aun mas, desde el conocimiento Maya hay un sonido y unas letras que hablan justo  de eso, “si yo soy tú y tú eres yo, por lo cual, ambos somos amor”. El mantra en Arameo más importante para activar el gen de luz de tu ADN es la consciencia de que «soy el que soy y soy el que siempre seré». Yo soy amor yo soy hecho del mas purísimo amor de Dios que no es un amor humanizado ni condicionado con las emociones humanas. Al dar la intención en nuestro espacio más profundo debemos sostenerla con la fuerza de nuestra luz y algo muy importante es hacer ese reconocimiento de ese yo soy el que soy, yo soy luz, yo soy amor y ahí radica todo, debemos cerrar la visión de lo que vemos y activar la visión de lo que somos!

Podemos ir a nuestros espacios interiores y hacer las transformaciones que queramos de algo afuera. Podemos incluso tener de una manera simbólica y física  en nuestros hogares  un pequeño altarcito donde le damos esa fuerza  y  allí desde esa luz  transformar todo lo que veamos afuera que este en desarmonía, transformarlo  en luz y no se trata de pelearlo afuera sino de ganar desde adentro, desde yo soy el que soy y activando la fuerza de nuestra luz.

Amar lo que eres, amar profundamente a Dios en ti, amar lo que eres en su totalidad, porque tu cuerpo también es Dios,  a veces pasa que queremos ser muy espirituales pero nuestro cuerpo no está sano, revitalizado y recalibrado, entonces cuando tienes un dolor, ese malestar te hace olvidar por momentos de tu conexión con tu luz, porque tienes miedo o rabia. Entonces es hora de cuidar y amar nuestro cuerpo físico, pero no desde la egolatría o frivolidad pues la expresión de nosotros en este plano físico,  y lo cuidamos con buena alimentación, con palabras hermosas, escuchándolo, sin ningún tipo de abuso. 

Dejarte amar  por lo que eres y por lo que ES. Y como aprendo a dejarme amar? Dejándome sorprender por bendiciones conocidas y desconocidas y simplemente sonreír y agradecerlas y sostenerlas con un Nuevo Yo. Otra manera, es aceptar que soy digno de su amor, debemos transformar esa relación con Dios, cuando no humanizo a Dios y me dejo amar por lo que soy,   se hace palpable el hecho de que cuando Dios me ama, se ama, escucha bien, cuando te ama, se ama, cuando Dios te honra, se honra, cuando Dios te glorifica, se glorifica porque tú eres su misma esencia y esto es literal.

Bendiciones conocidas y desconocidas para todos hoy y siempre.

En servicio de Luz.

Autor: Claudia Arbelaez

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