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En busca de nuevo queso

Según un autor desconocido hay dos formas de reaccionar al cambio, preparándonos y tomando acción positiva, o quedándonos paralizados y culpando a otros. Cada mañana cada uno de nosotros tiene dos opciones: seguir quejándose, oh por fin hacer algo para cambiar la vida. 

¿A quién le gustan los cambios? A muy poca gente le gustan los cambios. Los cambios no son siempre cambios, para algunas personas pueden ser transiciones, esto ocurre cuando nos da tiempo a prepararnos para el cambio. La transición permite que cooperemos con el flujo y el orden universal establecido. La transición es siempre menos traumática. Por ejemplo, todos, absolutamente todos, deberíamos estar preparando nuestra muerte en nuestra conciencia y en nuestro cuerpo emocional, para que no nos tome de sorpresa. Las aves migratorias transitan las estaciones, se preparan para las transiciones entre una estación y otra coma a ella no las sorprenden los cambios. 

Esta es tu comunidad y Unity Visión en ciencia y Fe, creando juntos un puente de fe entre la ciencia y la espiritualidad. Hoy estaremos recreando uno de los cuentos más leídos en los últimos años: ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson. Nada más oportuno que este cuento para observar la conciencia racial ante la pandemia que estamos viviendo. 

En una noche en Nueva York, un grupo de amigos no se ponían de acuerdo sobre qué hacer ante un cambio que tenían que enfrentar en sus vidas. El autor de este libro les trajo el cuento de una historia entre ratones y liliputienses. 

Los liliputienses eran una raza intermedia entre los ratones y los humanos, tenían la capacidad de pensar junto a los ratones Por su parte eran instintivos y su aprendizaje se basaba en la experiencia vivida. Los liliputienses se creían superiores a los ratones. Los ratones y los liliputienses de este cuento tienen nombre original es en inglés, yo para latinizarlo un poco les he cambiado el nombre. Los dos ratones de nuestra historia se llamarán “ya voy” y “listo” . Los dos liliputiense es de nuestra historia se llamarán “pensante” y “pereza”.

Esta era la rutina en el laberinto donde vivían los ratones y los liliputienses. Cada mañana todos recorrían el laberinto en busca de queso. Los ratones buscaban un queso duro para poder roer con sus dientes punto los liliputienses buscaban un queso más refinado como el queso Buda, el queso suizo o el italiano. Un día después de tanto buscar los ratones y los liliputienses encontraron el queso, así como ellos lo querían encontrar. Ese día y por los siguientes días, los ratones se quitaron las zapatillas de correr, hicieron un nudo con sus cordones y se las colgaron al cuello mientras disfrutaban de su queso. Los liliputienses también se quitaron sus zapatillas, pero estos las guardaron en un cajón. 

Temprano cada mañana los ratones se levantaban y con sus zapatillas al cuello corrían al lugar donde se encontraba su queso. Pensante y pereza, los liliputienses, comenzaron a levantarse cada día más tarde, Ellos decían que no era necesario madrugar si al final el queso estaba allí esperando por ellos. Luego ya no querían caminar tanto y trasladaron su casa cerca del queso. Su nueva casa la decoraron con imágenes alegóricas al queso nuevo y colocaban carteles cómo el que colocaron afuera de su casa y que decía “tener queso te hace feliz”.

Y yo quiero preguntarte a ti que me escuchas ¿qué es lo que te hace feliz? ¿Cuál es tu queso? Quizás para muchos es la familia, la profesión, la pareja, las propiedades lo que los hace feliz. La verdadera felicidad depende de mantenernos en una continua transición, porque continuamente nos están llegando signos que se avecina un cambio.

Los ratones comenzaron a observar que la cantidad de queso estaba disminuyendo, hasta que un día llegaron y no encontraron queso. Ese día “ya voy” y “listo” se colocaron nuevamente las zapatillas y empezaron a recorrer el laberinto en busca de nuevo queso. Los liliputienses se dieron cuenta también una mañana que ya no quedaba queso, y comenzaron a gritar y a culpar a otros por haberse llevado el queso. Gritaban no es justo que nos pase esto, no hay derecho para que se lleven nuestro queso, cómo se atreven a llevarse lo que es nuestro, quién ha sido o quienes han sido esos ladrones. Y así por muchos días los liliputienses se levantaban cada mañana e iban al mismo sitio para ver si alguien les regresaba el queso. 

Los laberintos estaban llenos de queso nuevo, pero ellos estaban paralizados. “Pensante” alguna vez decía qué deberían moverse, pero “Pereza” seguía apegado al viejo queso. U de esos días pensante desafío a pereza y le dijo que era hora de ponerse a buscar queso nuevo, pero pereza le dijo que él estaba decidido a llegar al fondo de ese asunto. Mientras todo esto ocurría con los liliputienses, los ratones hace días que ya habían encontrado queso nuevo. 

Pensante comienza a meditar sobre la diferencia entre “actividad’ y ‘productividad” y es más se ríe de sí mismo por no haber tomado acción. Si quieren escuchar más de este cuento los voy a referir a que busquen el libro. Ya con lo que hemos visto podemos sacar algunas conclusiones. Si no cambiamos nos podemos extinguir. Observar y estar atento a pequeños cambios nos ayuda a adaptarnos a grandes cambios que han de suceder. Es necesario que con frecuencia olfateamos el queso para saber cuándo comienza a echarse a perder. El movimiento hacia una nueva dirección siempre nos ayuda a encontrar queso nuevo. 

Cuando el cambio llega, llega, Debemos adaptarnos al cambio con rapidez y tratar de olvidar cuanto antes el queso viejo. El cambio ocurre siempre, el queso no deja de moverse. Hay que encontrar disfrute en el cambio. Hay que anticiparse al cambio para estar preparado cuando el queso se mueva. 

Nos decía el maestro Jesús que no se debe echar vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos. Hay que traer nuevos pensamientos y nuevas ideas de evolución a esta etapa de cambio. Ya no sirve seguir culpando al sitio donde nació un virus. Hay mucha más gloria por venir en la vida de cada uno de nosotros que lo que hasta ahora hemos vivido. Toda la humanidad como un solo cuerpo está cambiando, no como quisiéramos cambiar. El dolor y el miedo son los vehículos que el cambio ha usado en esta ocasión. Hubiera sido diferente si por voluntad propia hubiésemos decidido cambiar y evolucionar en conciencia. 

Si no podemos estar atentos a los pequeños mensajes que el universo, o la mente universal que llamamos Dios nos está enviando, entonces jamás podremos trascender en conciencia y comunicarnos con seres de elevada conciencia en otras dimensiones o universos de existencia. Debemos aprender a ser tan simples como los ratones. La vida es sencilla, somos nosotros quienes la complicamos. Hay que aprender a vivir menos en la mente y más en el corazón, hay que despertar a la intuición,  a la comunicación olvidada que antes teníamos con el universo. Estamos integrados a este universo, pero ciegos de conciencia. Antes de que el cambio ocurra, ya nuestra alma ha recibido señales de que algo va a cambiar. Cada día es un buen comienzo para tener queso nuevo y vino nuevo en nuestra dispensa. 

Bendiciones en Amor y en Gracia

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1 comentario

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