Las experiencias dolorosas no solamente se quedan como recuerdos en la mente, también se quedan como memorias en el cuerpo. Todo el tiempo estamos interactuando en dos direcciones con el ambiente que nos rodea. Nuestras neuronas actúan como espejo, y traen a nuestra visión interior lo que está pasando en el exterior, un “ afuera “ del que nosotros participamos como creadores. Las neuronas espejo son un mecanismo de confirmación que nos recuerdan lo que estamos pensando.
Somos observadores y hacedores de realidad. Nuestra observación está siempre adulterada por las ideas que creemos como verdades. Mientras más limpia de ilusiones esté nuestra mente, seremos mejores observadores, mejores manifestadores. La limpieza de nuestra mente subconsciente es un trabajo que debemos realizar todos los días, de ello depende nuestra salud mental y física. No necesariamente necesitamos adquirir nuevos conocimientos, la mayoría de las veces basta con que confiemos en la información que ya lleva tiempo sedimentada en alguna parte de la mente.
Así es el hombre en su mente subconsciente, así es. Desde el subconsciente hacemos nuestras proyecciones y con ello nuestras manifestaciones. Nuestra vida y experiencias físicas, mentales y emocionales se desarrollan como un antiguo Coliseo Romano. Recordemos su estructura circular alrededor de un escenario central. El centro está rodeado de bancas circulares y concéntricas en diferentes filas alrededor del escenario. El escenario sería nuestra vida y nuestras manifestaciones. Las bancas serían nuestras creencias. El actor en el círculo central es fiel a las creencias que están sentadas en las primeras filas. Así sean nuestras creencias más cercanas, así serán nuestras manifestaciones personales.
Cuándo hablamos de limpieza mental, nos estamos refiriendo a organizar las filas de creencias de nuestra mente no consciente. Esas creencias son nuestras memorias dejadas allí a lo largo de nuestras encarnaciones, y también por el inconsciente colectivo del que hablaba Carlos Yung.
Siempre que hablamos de memorias personales o ancestrales tenemos la costumbre de pensar solamente en el cerebro. Las memorias no son solamente a este nivel, no se guardan recuerdos mentales únicamente. Las memorias son sistemas más generales y se extienden a todo el cuerpo físico, mental y emocional, éstas abarcan todas las células y tejidos. Las memorias depositadas en el sistema límbico, por ejemplo, traen a manifestación emociones antiguas. Memorias dejadas en el sistema glandular heredadas de otros tiempo, pueden hacernos padecer de gastritis o de diabetes.
Pero hay una buena noticia, las memorias son transmitidas a través de moléculas químicas que sirven de moldes alrededor de los cuales se enrollan los genes. Esas moléculas no son parte de los genes y pueden ser modificadas, apagadas o encendidas. De eso se trata precisamente la limpieza de la mente. Cuando hacemos el trabajo que nos toca hacer, nuestra mente se renueva y nuestro cuerpo responde a una mente que se levanta en conciencia.
A este proceso de organización del Coliseo Romano o limpieza del subconsciente es a lo que los místicos llaman expiación, que quiere decir limpiar la mente de ideas y creencias de separación para regresar en unidad, a la conciencia del “Uno“.
Siempre podemos hacer la limpieza del subconsciente. Jamás estamos tan ocupados como para no dedicar dos minutos, varias veces al día, y observar en dónde está nuestra mente. ¿Está en el amor en el miedo? ¿Está en el cuerpo o en las sensaciones?, ¿está en el dolor o el gozo?, ¿está en los reproches o en la gratitud? Está auto observación nos ayuda a identificar que creencias se han sentado en primera fila del coliseo mental.
Si toda nuestra vida en el centro gira alrededor del cuerpo, entonces el trabajo de limpieza es imperativo. No podemos trascender el cuerpo cuando dejamos que este nos mantenga prisioneros. El cuerpo es nuestro servidor y no de la otra forma opuesta.
El trabajo de organización y limpieza de la mente inicia con negaciones y luego afirmaciones. Si no te sientes merecedor y pleno de la vida que tienes, dile a tu mente: “ no acepto nada que sea diferente a la felicidad, soy templo de vida, amor y sabiduría“. Si experimentas alguna situación de desarmonía con alguien, dile a tu mente: “ la separación es sólo en mi mente, estoy ligado a ti y a todos por la sustancia y matriz de amor que Dios es “
Mientras limpio mi mente y la lleno de ideas de verdad, estoy ayudando a la organización del inconsciente colectivo. No podemos conformarnos con este mundo. Estamos en él pero no somos de él. Tenemos que culminar nuestro paso en esta encarnación dejando un mundo mejor que el que existía cuando llegamos. Tenemos que alivianar nuestra alma. Tenemos que hacernos pasajeros con livianas creencias. Regresaremos a la luz, a la unidad, pero para ello tenemos que trascender el ego. No podemos regresar a casa más aturdido que cuando la dejamos atrás, más pesados que cuando nacimos.
Qué el amor se vuelva nuestra única vestidura. Qué el cuerpo se vuelva cada vez más liviano y espiritual. Que nuestra mente sea cada vez más clara. Qué dejemos de saber tanto para entender mejor. Que la conciencia elevada nos aparte del mundo como lo conocemos hoy y nos coloque más cerca del amor. Qué nuestra mente despierte a la dimensión de Jesús. Qué comprendamos la dimensión del Cristo en esta encarnación.