Seguramente coincidimos que una de las cosas que menos nos agrada de cambiar de trabajo es tener que crear o actualizar un “Resumen”. Pudiera parecer sencillo, pero no lo es. El Resumen no es un diario común como el que muchas personas acostumbran a llevar. En el Resumen debemos reflejar las mejores cosas completadas en nuestra carrera estudiantil o profesional y conformen la mejor pintura de nosotros mismos, es nuestra carta de venta, y de eso se trata precisamente el Resume, debemos vendernos a nosotros mismos, y convencer al comprador, en este caso el empleador, que somos la mejor opción entre otros posibles candidatos.
Si completar un Resumen profesional se nos hace difícil, es aún más arduo completar un Resumen Espiritual. No vamos por la vida haciendo bien para ser reconocidos por ello, y mucho menos para crear un inventario con ello. ¿Cuántos de nosotros tienen claro y por escrito su propósito de vida? Cada uno de nosotros ha sido dotado de vida para expresar el amor. Esa es la única razón para encarnar. Cuando vivimos de acuerdo con el propósito de vida, cada segundo es dedicado a esa misión: amar, cada momento se vive de forma inconsciente mientras estamos amando, no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo, y sencillamente amamos.
Cada uno aprende a amar de diferentes formas. Lo que importa al final es el amor. Casi nunca nos hacemos conscientes cuando estamos amando, lo hacemos porque esa es nuestra naturaleza, así como respiramos sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo. Imagina si tuviéramos que colocar en un Resumen todas las veces que respiras. Es lo mismo de imposible, colocar allí todas las veces que amamos. Eso lo sabe cada uno, pero los otros no, ellos quieren tener nuestro Resumen en sus manos. ¿Crees que te darían un trabajo si solamente escribieras en tu Resume: “Amé cada minuto vivido”? No estoy seguro de ello.
Los empleadores quieren que coloquemos en una estructura los diferentes pedazos de vida vividos. Si en cada uno de esos momentos estábamos viviendo nuestro propósito, amar, entonces no estábamos consciente de lo que estaba sucediendo, éramos llevados por el amor y disfrutábamos de ello. Nadie mientras está amando está pensando en su inventario o en su Resumen. Mientras amamos estamos procesando mucha información. La lógica y la sabiduría están al mando de nuestra consciencia y solamente sentimos la energía que surge del gozo divino. El amor es intuitivo. Cada oportunidad de amor nos revela un nuevo conocimiento. Un instante de puro amor nos trae más revelación que cientos de libros leídos.
El currículo espiritual de quien ha ascendido en conciencia y está la mayor parte de su tiempo viviendo su propósito, es un resumen en blanco. En nuestros inicios de despertar, cuando todavía estamos dormido a nuestra divinidad y viviendo nuestro egoísmo, los pensamientos y las acciones persiguen la satisfacción personal. Estamos contando todas las oportunidades para salir victorioso. Estamos atentos a lo que damos porque queremos algo a cambio. Recordamos cualquier “bien” que hayamos hecho, porque había una intención egoísta detrás de cada uno.
Más adelante, nos damos cuenta que formamos parte de una comunidad, de una sociedad, y nuestro egoísmo primitivo lo elevamos a las normas sociales. En esta etapa es importante cumplir con las regulaciones sociales y ser visto como un buen ciudadano. Estamos trabajando para construir un Resumen perfecto para los ojos de otros. Nos convertimos en mejores seres humanos para poder encajar en la comunidad a la que pertenecemos. Un poquito más adelante en el camino de despertar, muchos nos volvemos religiosos. Queremos vivir el amor de los maestros, queremos servir como maestros. Estudiamos la vida de los religiosos y queremos ser como ellos. Los que deciden vivir esta etapa tienen exigencias personales más rigurosas, quieren agradar a sus “Dioses” y pueden compararse con otros de la comunidad para evaluar cuánto han avanzado. Aquí todavía no estamos viviendo el propósito de vida, nuestro llamado.
De tanto aprender y practicar principios espirituales, llega el día que nos convertimos poco a poco en esos principios. Un día en este camino espiritual, queremos vivir nuestra verdad, la que está en el corazón de cada uno, esa es nuestra misión, nuestra llamada, el propósito de nuestra encarnación. La vida ya no está tan premeditada, vivimos más con el fluir del universo. Todo comienza a tener su causa en nuestra intención. Nos convertimos en observadores cuánticos silentes. Ni nosotros mismos podemos darnos cuenta cuando estamos viviendo esos estados. Tal parece como si otro estuviera usando nuestro cuerpo para vivir. Vivimos por amor, pensamos por amor, actuamos por amor, y todo eso es inconsciente. Es muy difícil estar atentos a un Resumen cuando estamos viviendo nuestro propósito. Decía el maestro Kahlil Gibran que “lo eterno en vosotros es consciente de la eternidad de la vida… ¿y no es el tiempo, como es el amor, indivisible y sin etapas?” Por eso no recordamos si algún bien se ha hecho mientras vivimos el propósito, cada minuto se lleva la memoria del minuto vivido, y el final nos queda un Resumen en blanco.
El currículo espiritual es invisible, no puedes cuantificar tus logros, porque eso te sacaría de tu centro. Si se ama esperando recompensa, nos estamos engañando. Cuando esperamos reconocimiento o compensación, estamos anulando nuestro camino de despertar espiritual. El propio Jesús, seguramente no podría escribir su Resumen, porque nada hizo para ser recordado. Fuimos los hombres los que creamos su currículo de vida. Los logros espirituales cuantificados son estaciones de llegada y de demora. Los avances espirituales indelebles son escalones de ascenso. Un acto de amor nos lleva al siguiente acto de amor.
Vivamos hoy desde nuestra divinidad, clamando por revelación. Poniendo toda nuestra atención en el espíritu de gozo y amor que nos habita. No hay arrepentimiento cuando todo se ha vivido desde el amor, No hay pérdidas cuando todo se ha completado desde el amor. No importa que en las leyes de los hombres tu resumen está en blanco, cuando has vivido con propósito, el Reino te llegará por añadidura.