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Reingeniería de nuestra personalidad

Nuestras experiencias a lo largo de la vida van moldeando nuestra personalidad, y con el tiempo nos identificamos con nuestra personalidad para desarrollarnos en este mundo tridimensional. Mi nombre es Gustavo, soy estudiante de la verdad, y fundador de este tu ministerio Unity Visión en ciencia y Fe. Somos un ministerio qué promueve una espiritualidad práctica basada en el auto descubrimiento de las leyes universales. Hoy estaremos conversando sobre personalidad y cómo realizar algunos ajustes a lo que ya hemos creado.

Imagínate por un instante que eres un arquitecto a quien le han asignado la tarea de restaurar una casa que ya tiene muchas décadas y que los dueños quieren modernizarla sin que pierda su identidad y belleza de la época. Para eso será necesario tener los planos de construcción de la casa, incluyendo los cimientos de esta. Ese es el mismo trabajo que debemos realizar si queremos corregir algunas debilidades de nuestra personalidad, tenemos que ir al plano de construcción de nuestra personalidad.

Como les decía, la personalidad se forma a lo largo de nuestros años de vida. Esta comienza a desarrollarse desde muy temprana edad, éramos tan jóvenes que no recordamos esos primeros estadios de construcción de la personalidad.

Lo interesante de revisar retrospectivamente como fuimos creando nuestra personalidad es porque estas habitaciones construidas pueden ser hoy modificadas desde una nueva conciencia. Algunas de las sombras de nuestra personalidad de hoy están fundadas en deficiencias que tuvimos en alguno de esos primeros estadios. Hoy cada uno de nosotros no solamente tiene el poder si no la necesidad de realizar modificaciones a la estructura del proyecto, eso es si en verdad queremos vivir una vida satisfactoria. Hoy miraremos la arquitectura de nuestra personalidad desde la perspectiva del amor. Para ello utilizaremos los estadios descritos por Erik Erickson en su teoría de desarrollo psicosocial. 

Durante el primer año de vida comenzamos a forjar los cimientos de nuestra personalidad a través del proceso de confianza y desconfianza. En ese entonces no nos podíamos valer por sí mismo, necesitábamos del cuidado de alguien, y en ellos pusimos nuestra confianza, o nuestra desconfianza en caso de qué el cuidado no fuera tan satisfactorio como esperábamos. Es posible que muchas personas que hoy experimentan ansiedad, miedo, y retracción social no tuvieron una satisfactoria etapa de confianza en el desarrollo de su personalidad, quizás eran niños adoptados, o hijos de padres muy jóvenes sin experiencia, o de padres qué por diferentes razones no tenían todo el tiempo disponible para ellos. 

Éste es el fundamento de la personalidad. Necesitamos recobrar la confianza. Necesitamos colocar la confianza en el universo y no en las personas. Es posible que a pequeña edad hubiésemos necesitado del apoyo de nuestros padres y de otros cuidadores, pero ya crecimos, ya somos adultos, ya se nos ha entregado el edificio de la personalidad y somos responsables de mantenerlo. Es tiempo de recuperar la confianza y recordarnos todo el tiempo que nadie está en este universo separado de la sustancia mental y de amor que Dios es. Cada ser en este mundo lleva en sí la protección, protección que nace de un despertar en conciencia. No podremos mejorar las sombras de nuestra personalidad si desconfiamos de todos, no podemos aspirar a la felicidad si no reparamos este fundamento.

Entre los 18 meses de vida y los tres años, nuestra personalidad está enfocada en construir su autonomía y también desarrollar el sentimiento de vergüenza. En temprana edad comenzamos a proyectarnos como quisiéramos ser cuando seamos adultos. Ya a esta edad comenzamos a tener preferencias por ciertas formas de vestir y por ciertos alimentos para comer. También durante este tiempo es que hacemos el entrenamiento del uso del baño. A esta edad queremos demostrar que podemos hacer cosas por nosotros mismos de forma independiente. El papel de nuestros padres y cuidadores es apoyar esa independencia, aun cuando nos equivocamos. Es importante durante este tiempo qué los padres se enfoquen en las cosas positivas logradas por los hijos, esto fomenta la independencia y la autonomía. Si no salimos victoriosos de esta etapa es posible que como adultos seamos personas dependientes e inseguras, incluso con trastornos del hábito intestinal como constipación o frecuentes diarreas. Ahora podemos mirar hacia atrás con la conciencia de hoy y llegar a esta etapa de la construcción de nuestra personalidad y rediseñar la. A través de la meditación y de afirmaciones podemos reforzar nuestra independencia, nuestra libertad, nuestro derecho para ser únicos, nuestro derecho para equivocarnos, nuestro derecho para proyectarnos de la forma en que nuestra alma se quiera proyectar. A través de la meditación podemos llenar de amor esta etapa, sanar a los padres sobre protectores que no nos dejaron descubrir por sí solos el mundo a esta pequeña edad. Mirando hacia atrás puedes llegar a esta etapa y salir a correr al parque, jugar con tus amigos ensuciarte la ropa, caerte jugando, pelarte las rodillas, y sin que nadie te regañe o te castigue.

Desde los tres a los cinco años estaremos desarrollando nuestra capacidad de iniciativa y de completar tareas, así como también de hacer decisiones. Durante esta tapa nos preguntamos si somos buenos o malos. Regresando a esos años podemos decirnos desde la conciencia del amor que somos buenos por derecho de nacimiento, y que en nosotros habita la sabiduría  Dios, que siempre podemos encontrar las mejores respuestas a nuestros conflictos y acertijos.

Desde los siete años estaremos enfrascado en nuestra capacidad de laborar para ser mejores. A esta edad descubrimos nuestros talentos y habilidades naturales y nos comparamos con otros, como también somos comparados por los adultos con otros niños de esta edad. Aprendemos a completar tareas complejas. En dependencia de nuestra capacidad somos categorizado como inteligentes y brutos. Esto da lugar a que aparezca la burla entre los niños. Es el amor lo que puede evitar el sentimiento de inferioridad que surge en esas comparaciones. Si a veces nos sentimos inferiores a otros adultos, entonces debemos regresar a la edad de los seis años cuando estábamos construyendo la laboriosidad, y aprender de la unicidad y la igualdad. Así como pueden surgir personalidades retraídas producto de una malograda etapa de desarrollo a esta edad, también pueden surgir personas arrogantes y presumidas debido a sus talentos y sus habilidades para ciertas tareas. Estas personalidades también deben arreglar estos defectos. Para estos es necesario qué recuerden la importancia de la vulnerabilidad. Nadie lo sabe todo, nadie tiene porque saberlo todo. Nadie es mejor que nadie, cada uno tiene sus talentos y particularidades que los hacen únicos.

Más tarde, a los 12 años, comenzamos a explorar nuestra identidad y nos preguntamos que quienes somos. Casi todos a esta edad nos identificamos con el cuerpo, con el ego, y así formamos nuestro personaje de éxito, el personaje con el que nos sentimos mas cómodos. Necesitamos un personaje para comenzar a relacionarnos con otros. Hoy desde otra conciencia, podemos viajar a los 12 años y reconocernos que somos seres trascendentales, espirituales por naturaleza y vivimos la inmortalidad de un alma.

A los 19 anos y hasta los 40 sentimos la necesidad de intimidad. A esa edad nos preocupa ser amado por otros. Aprendemos de la sociedad y de los medios las relaciones sentimentales ideales, y esto nos crea frustración cuando no es lo que tenemos para nosotros. Desde esta edad existe la tendencia que dejamos de vivir nuestro yo para impresionar a otros, llegamos a crear que nuestra felicidad depende de otros, y para alcanzarla hacemos sacrificios. Nuestra alma esta buscando amar y nosotros lo confundimos con la necesidad de alguien que llene un vacío, muchas veces esa búsqueda nos lleva a un sexo inconsciente y relaciones no saludables. Rescatar la confianza y la seguridad de las primeras etapas de la personalidad nos ayuda a salir airosos de esta etapa. Mirándonos desde la conciencia de hoy del amor, nos damos cuenta que cada relación vivida ha sido santa, que en cada una de ellas tuvimos la oportunidad de amar y de aprender del espejo. 

De tanto aprender a través de las relaciones, llegamos a los 40 y entonces nuestra alma quiere servir, pero no a uno solo, no a una pareja, sino a todo el mundo. Así nos convertimos en mentores de la nueva generación y queremos vivir la vida desde valores más elevados, centrando la atención en nuestras creencias. El juez interno del amor esta despierto y buscamos hacer las cosas mejores, no para agradar a otros, sino por nuestra voz interior que susurra el bien.

A cada uno se nos ha dado un plano, materiales y oportunidades para crear una personalidad que nos permita existir en el mundo de la percepción. Cada uno es responsable de que hacer con su personalidad. El producto final debe ser bueno, debemos seguir siendo moldeados por sabiduría y amor. La paz es el mejor medidor de como lo estamos haciendo. No hemos sido encarnados para sufrir, para sentir desprecio o insuficiencia. Somo el templo de un Dios de amor y a esa verdad debe responder nuestra personalidad. Observa tus sombras y traelas a la luz.

Gracias por ser un seguidor de este ministerio. Dios te bendice en amor y en Gracia.

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