Para entender el misticismo hay que hablar primeramente del Alma. Muchos creen que el Alma y el Espíritu es lo mismo. Para Unity no lo son. El espíritu es la totalidad de Dios en acción, moviéndose, pensando, creando. Pero, a pesar de su movimiento no tiene evolución. El espíritu no puede evolucionar porque es la nada o el todo, es lo que es y siempre ha sido.
A veces decimos que queremos crecer espiritualmente, lo que es imposible. Ya somos todo lo que somos espiritualmente hablando. Lo que queremos decir es que queremos tener mayor comprensión espiritual. Cuando queremos eso, es nuestra alma que quiere tener un encuentro con la divinidad, con el espíritu. Tanto el espíritu como el alma son intangibles, no se pueden tocar o ver, pero no son lo mismo.
El alma de cada uno de nosotros ha ido cambiando con los tiempos y las reencarnaciones. A veces estamos más cerca del espíritu y a veces más lejos. No me refiero a distancia porque solamente podemos ser en el espíritu. Es en el espíritu donde vivimos. Cuando digo cerca o lejos del espíritu quiero decir cerca o lejos de la comprensión espiritual más elevada. Nuestra alma lleva en sí todas las creencias de nuestra historia y de la historia de la raza.
El Misticismo trata de descubrir los átomos de luz que lleva nuestra alma y también los miedos para elevarlos a la luz. El misticismo contemplativo explora nuestra alma, nos inspecciona por dentro, busca espacios en el alborotado mundo actual para navegar a nuestro interior, a las profundidades de nuestras creencias, a las envolturas de nuestros genes. El misticismo es un viaje a nuestro castillo, a nuestra alma.
Como todo viaje, hay diferentes itinerarios y estaciones intermedias. Todos los caminos conducen al corazón, todos nos llevan al mismo sitio. Ese viaje es obligado en cada uno de nosotros, voluntariamente podemos posponerlo, pero no cancelarlo.
Carolyn Miss, una mística contemporánea ha dedicado horas de estudio al método de misticismo de Teresa de Ávila. Carolyn nos da en su libro “Entrada al Castillo Interior” lo que según ella son las Siete Ideas Fundamentales del Misticismo que nos deja ver Teresa de Ávila. Estas serían esas ideas: todos tenemos un yo interior y otro exterior, nuestro yo interior vive en un eterno ahora fuera del tiempo, el yo interior es un misterio por descubrir, está integrado a la
sabiduría misma, el infierno aparece cuando nos identificamos con el yo externo, el cielo es nuestro autodescubrimiento, y el Yo divino es uno con el todo, dado en gracia y sellado en gloria.
La primera idea del misticismo reconoce la ley de los opuestos. Hay en cada uno de nosotros un yo externo y otro interno. Nuestras creencias son grabaciones guardadas realizadas por alguno de estos dos “yo”. Cada uno de ellos tiene la capacidad de reflexionar y de influir nuestra conciencia.
Hablemos primeramente del yo exterior. Nuestro yo exterior se identifica con las corsas terrenales. Se nutre de los sentidos. No es malo, es lo que tenemos para empezar. Nuestro yo externo es el que comienza el viaje, es el yo exterior quien atiende al primer llamado. Cuando el yo exterior escucha ese llamado puede tomarle tiempo decidirse a entrar en el castillo. Busca todas las excusas posibles para no hacerlo, trata de justificarse diciéndose a sí mismo y diciéndole a otros que su vida está bien como está. Pero, el llamado del yo interior lo sigue molestando, comienza a tener sueños, visiones, pero aun así se sigue resistiendo. Nos quedamos por un tiempo en el jardín merodeando la entrada del castillo. Allí nos acompañan las culebras y los ratones como decía Teresa de Ávila.
No es obligatorio entrar al castillo, no es obligatorio ir al encuentro de tu alma. Podemos seguir viviendo de la experiencia, podemos seguir viviendo bajo la conciencia social, permitiendo que otros tomen decisiones por nosotros mismos, podemos seguir lastimando el cuerpo con creencias equivocadas de degeneración, podemos seguir produciendo proteínas defectuosas y con mal funcionamiento, todo eso está bien porque es lo que decidimos. Pero también podemos hacer un cambio, podemos despertar la voluntad e ir al interior del castillo donde aguarda por nosotros nuestro yo interior.
Nuestro yo exterior ha vivido agarrado el tiempo, fracturándose entre los minutos de un reloj. Ha ido dejando emociones y parte de su cuerpo emocional con cada experiencia vivida. Es un yo disperso en el tiempo, tan disperso que se nos olvida que no es el único yo. Nuestro YO interior ha vivido separado del tiempo, siempre está en el eterno ahora. Este concepto es difícil de entender. Por solo lograr descubrir lo que significa vivir en el ahora vale el esfuerzo de entrar al castillo.
Nuestro yo interior no está escrito, no puede ser escrito, no puede ser graficado. Nuestro yo interior es un misterio, de no ser así no necesitaría de disciplina espiritual para descubrirlo. No se puede injertar en nosotros la experiencia de otros en ese descubrimiento.
El yo interior tiene una revelación individual en cada uno. En el camino a su descubrimiento vamos dejando capas de nuestro yo exterior, vamos adentrándonos en capas del alma, avanzando en las moradas. El yo interior es un vacío que nos llama. A veces nos da susto lanzarnos a él. En mi experiencia a veces es un llamado que interrumpo con distracciones. A veces parece que tengo déficit de atención, y cuando ya estoy en la dirección adecuada al encuentro del yo interior, me asalta el yo exterior con alguna distracción y me regresa a moradas anteriores. Mi yo exterior usa el teléfono, los mensajes, videos, caminatas, en fin, tiene todo un arsenal para intentar mantenerme lejos del castillo. La buena noticia es que ya no resisto, ya no pierdo la orientación. Cuando abandono el camino se dónde me quede y regreso a ese punto.
Nos promete Caroline Myss que cuando descubrimos el yo interior hacemos contacto con la sabiduría universal. El misticismo no es una secreción del cerebro. Por su puesto que el intelecto tiene una gran misión en este camino. El intelecto nos sirve para concentrar la mente en las cosas espirituales, el intelecto también quiere conocer el YO interior, nada tiene de malo el intelecto en su camino de descubrimiento. Tanto se eleva nuestro intelecto a la dimensión del éter que muchas veces a través de la lectura de un libro podemos entrar en conciencia y la misma banda de energía en la que estaba el autor cuando escribió el libro.
Pero llegado un punto ya no sirven los conceptos y los análisis, allí el intelecto se rinde, el nospuede llevar a lugar seguro, a adquirir claridad de comprensión y luego nos deja. Así como Moisés no pudo entrar en la tierra prometida, el YO interior no se asoma al intelecto. Nadie puede describir como piensa Dios a través de cada uno de nosotros. Eso no lo dicen los libros. La contemplación en conciencia de oración y de alabanza es lo único que nos hace receptores místicos.
El alma se desviste a quien la busca con insistencia y disciplina. Cada uno puede tener revelaciones diferentes. Lo importante es mantener la intención en esa necesidad de descubrir el alma. Esa intención comienza a operar de forma misteriosa en tu vida. La radio comienza a colocar las canciones que estabas cantando en silencio, te llaman las personas que estabas pensando, llueve en medio de una tarde de sol cuando pensaste en la posibilidad de llover. Cuando te das cuenta de esos pequeños detalles es porque estas a las puertas del misticismo contemplativo.
Lo que se aprende en los libros se olvida con el tiempo, lo que se es revelado por el alma en esos momentos de misticismo perdura para siempre. Hay que establecer un dialogo silente con el alma, hay que sostener el deseo dirigido al espíritu para que nuestra alma se abra y se deje conocer, se despliegue, así como se abre un ADN para ser leído. El 90 porciento de nuestro potencial sigue oculto entre los velos del alma, la salud, la abundancia, la integración al poder creador están guardados en el alma.
Querida alma: Reconociendo tu historia por el transitar de los tiempos, sé que guardas intactas la idea de vida, de la creación. Mi mente no alcanza a comprender el plan, pero mi corazón confía que en ti está a salvo. Aviva el deseo en mi de buscar en ti respuestas. Hay bendiciones guardadas que quiero recibirlas. Quiero conocer a Dios, ayúdame a descubrirlo contigo en nuestro interior. Trae a la superficie la luz de la vida, con mis pensamientos puedo haberla asustado. La vida en ti seguirá siendo vida más allá de mis fines inventados. Déjame vivir esa vida, volar contigo en esta y en todas las futuras encarnaciones. Acéptame como tu compañero de vuelo en el viaje del servicio, repartamos juntos amor. Quiero recobrar contigo el poder de mi garganta. Quiero afirmar y manifestar el bien. Quiero que mi palabra vuelva estar unida sin miedos al Principio y desde allí y contigo dibujar un mundo de amor para esta y todas las generaciones que habitan las dimensiones visibles e invisibles de existencia. No es ficción, es mi verdad, es tu verdad, volvamos a ser uno para retomar el camino hacia la luz.
Bendiciones en amor y en Gracia.