Meditación del Salmo 51

Ten piedad de mí, oh Dios conforme a tu misericordia.

Que pueda yo verme a través de tu compasión.

Se que en ti soy la perfección de la idea, la obra maestra de tu creación.

Conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones.

Que la luz que eres en mi serene mi carácter.

Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.

Purifica con amor mi conciencia y borra la idea de que puedo “ser” fuera de ti.

Porque yo conozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.

He vivido ya demasiado tiempo en la ilusión de la separación de ti y de todos.

Sé que a causa de mi mal pensar puedo haber engendrado efectos dolorosos en mi experiencia.

He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo.

En lo secreto me has hecho comprender tu sabiduría y tu guía.

Purifícame con hisopo y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve.

Que tú bendición original sea siempre memoria en mi conciencia.

Que viva cada día desde  la impecabilidad del Cristo.

Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.

Que mi carne viva la perenne vitalidad de tu espíritu.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, renueva un espíritu recto dentro de mí.

Que mi corazón te reconozca siempre.

Que mi corazón sea bueno y recto siempre.

No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.

En ti empiezo   y termino mi día.

Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.

Eres núcleo en mí y yo vivo como núcleo en ti.

Estoy todo el tiempo protegido y a salvo.

Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, los pecadores se convertirán a ti.

No habrá pensamiento que no se vuelva noble en tu nombre.

Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.

Que mis palabras lleven la energía que tú haces crecer en mi corazón.

Edifica los muros de Jerusalén.

Que deje a mi paso murallas de paz.

Que mis pensamientos, emociones y acciones siempre sean digna ofrenda a tu infinita creación.

Amen.