Hablemos del “Dolor Existencial”
¿Alguna vez has sentido ansiedad o miedo por algo que pueda ocurrir mañana y que aun no estas seguro que va a pasar? ¿Alguna vez te has sentido angustiado por la llegada de la vejez y la cercanía a la muerte? Si respondes “si” a cualquiera de estas dos preguntas, quizás has sufrido o estas sufriendo del llamado “miedo existencial”
Mi nombre es Gustavo Alberto, y te doy la bienvenida a este Momento de Ciencia y Fe que hemos titulado: Hablemos del dolor existencial. Este es tu ministerio virtual, Unity Visión en Ciencia y Fe. Aquí promovemos una espiritualidad científica y participativa, basada en el autodescubrimiento de las leyes universales.
Para hablar del dolor existencial, debemos primeramente recordar las 4 verdades nobles según las enseñanzas del budismo:
- El sufrimiento existe. Dicho en una forma mas cercana: la vida no es de color rosa.
- Todo sufrimiento tiene una causa. Hoy estaremos hablando de las causas del sufrimiento existencial.
- El sufrimiento tiene un final y ese final es la felicidad.
- Siempre hay un camino a la felicidad.
Las dos causas fundamentales de lo que llamamos sufrimiento existencial son:
- El temor a la muerte
- El temor al aislamiento social
Solo con el desarrollo de la metaconciencia, la más elevada de nuestra conciencia donde podemos tener conciencia de nosotros mismos, nos damos cuenta de donde procede el temor a la muerte. En primer lugar, no hemos aceptado que la muerte es natural, que es un proceso por el que transita el cuerpo en su metamorfosis. Solo vemos la muerte a través de nuestros sentidos, y para estos, la muerte es el final. La muerte es solo real en el sentido sensorial. La muerte no es el fin. Sobre la muerte leemos en Un Curso de Milagros: “¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir?” Y más adelante nos dice el curso “Lo que parece morir, tan sólo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones”.
La segunda causa del sufrimiento existencial es el temor al aislamiento. Muchas personas temen a estar o sentirse solas. Pasamos años y décadas escapando de ese encuentro consigo mismo. Toda la felicidad la depositamos en la compañía de otros. Hemos colocado en otros nuestro estado de felicidad. Puede costar dolor pasar por la experiencia de no ser aceptado de la forma que queremos, pero eso hace falta. Cada uno de nosotros debe despertar su compañía interior. Jamás estamos solos. Recientemente hemos reemplazado la compañía humana por la electrónica. Nos seguimos sintiendo aislados, y escapamos de ese sentimiento viviendo en un mundo virtual. Esa huida es una fantasía, eso no sana el dolor existencia y al final tendremos que vernos cara a cara con nosotros mismos.
Hay muchas formas en la que podemos expresar la dolencia existencial. Puede ser a través del llanto, de la tristeza, de la ira, del odio o del miedo. Su tratamiento depende de cada persona o paciente. Estados profundos de depresión o miedo, o ira, pueden requerir la consulta y seguimiento con un profesional del área de la salud entrenado para ello, ojalá sea un psicólogo o un psiquiatra. Para las personas que quieren y tienen la voluntad de explorar un estado de victoria y tomar control de sus asuntos, entonces tenemos algunas recomendaciones de que no hacer y qué hacer para disipar ese dolor.
Comenzamos por decir que NO hacer cuando estamos experimentando el dolor existencial. No debemos, en primer lugar, ignorar lo que se está sintiendo. Cuando tratamos de ignorar nuestras emociones, estamos atrapando emociones que a la larga traerán consecuencias negativas para nuestra salud. Con frecuencia tratamos de aparentar que todo está bien, o buscamos estar entretenidos en otras cosas para no enfrentar el dolor existencial. Deberíamos aprender en la escuela o a edades temprana a sufrir bien, como dice el maestro Thich Nhat Hanh.
Luego aprendamos las cosas que “Si” podemos hacer para aliviar ese dolor. Reconocemos el sufrimiento, y nuestro derecho a sentirnos triste. Esto lo podemos hacer a través de la práctica de la respiración: cuando inhalamos nos hacemos consciente del sufrimiento, y cuando exhalamos decimos: “hola sufrimiento”.
También podemos realizar la práctica de la conciencia plena. Eso lo hacemos también a través de la respiración, trayendo toda la atención al instante presente. No sabemos respirar, al menos conscientemente. Le hemos dejado al inconsciente el acto de la respiración, mientras nuestra mente navega en el pasado o en el futuro. De vez en cuanto es bueno respirar conscientemente. Nada hay que pensar, solo hacerse consciente que esta entrando y saliendo aire por nuestras fosas nasales.
Por último, usando la gratitud sentimos alivio al dolor existencial. La gratitud y la apreciación remplazan el dolor por bienestar. La cofundadora de Unity, Myrtle Fillmore, llamó a la gratitud y al agradecimiento «cualidades del alma», y escribió «El cielo y la tierra escuchan y responden al alma que se aviva en la alabanza y la acción de gracias.
Ahora estamos listos para hacer nuestro trabajo. Es de humano sentir el dolor de la perdida, de la separación y la incertidumbre que trae la muerte a los sentidos. Cuando eso pase, recordemos nuestra naturaleza espiritual y usemos las herramientas que hemos aprendido. Cerramos este momento con oración:
Padre Madre Dios. Presencia única de sabiduría. Quiero sentir con mi limitada conciencia humanan, mi pertenencia a la gran conciencia. Quiero abrir mi mente al infinito, y en él ver la vida como atributo eterno de la creación. He encarnado una idea, el cuerpo habrá podido sufrir cambios, incluso deterioro, pero esa idea sigue intacta. Esa idea Soy YO. He atravesado por múltiples encarnaciones, por cientos estados de conciencia, visibles o invisibles. Quizás en la ilusión del tiempo pareciera que la muerte existe. Solo me he trasladado de una banda a otra, y lo seguiré haciendo. Que no me limite el miedo de morir, de vivir el gozo de mis transformaciones. Que no pueda la ilusión del aislamiento apartarme de tu conciencia. Que la felicidad y el gozo me persigan donde quiera que este, y en toda circunstancia. Que el gozo me acompañe en mi próxima transformación.