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Esperanza de Gloria

Si eres como yo que cada mañana al levantarse busca con deseo encontrar en las noticias del día que algo hemos hecho en favor de la paz, entonces este mensaje es para ti. En los últimos meses se ha disparado la competencia por demostrar poder de destrucción entre los países más desarrollados del mundo. Estar en la lista de países con poderío nuclear es más importante que la producción de alimentos para que estos lleguen a todos.

La existencia de la humanidad está en peligro, y ahora como nunca. La conciencia humana trabaja en dos direcciones, por un lado, la conciencia y la ciencia han elevado las esperanzas de vida en décadas. Muchas de las enfermedades que antes eran mortales, en muy poco tiempo, hoy han pasado a la lista de enfermedades crónicas. Pero, por otro lado, la conciencia y la ciencia puesta en uso de la guerra, ha desarrollado armas de destrucción superrápidas que jamás las habríamos imaginado. El conflicto entre naciones hace 100 años podría durar años y décadas. Hoy ese mismo conflicto solo duraría horas, y lo peor, es que el resultado sería desbastador para todos, los mueran en el conflicto y los que desafortunadamente sobrevivan. Digo desafortunadamente, porque sería tanto el dolor debido a enfermedades nuevas después de una exposición nuclear del medio ambiente, y de la hambruna que cubriría la tierra.

Las nuevas naves de vuelo supersónico que están desarrollando las grandes potencias pueden crear preocupación, sobre todo si recordamos que ya en otras ocasiones, personajes con mentes separadas del todo han llevado a la humanidad a guerras. Ante esta situación, los más acaudalados millonarios del mundo diseñan sus refugios.

Este es tu ministerio en línea, Unity Visión en Ciencia y Fe, un ministerio sin paredes físicas, que promueve una espiritualidad científica y participativa. Hoy estaremos conversando sobre nuestro refugio interior, en un momento que hemos titulado: “Cristo en mí, esperanza de Gloria”. Este versículo del libro de Colosenses es citado por Charles Fillmore en varias ocasiones en sus escritos, y hasta llego a decir que era su favorito. Pablo nos da en ese libro una verdadera catedra de exaltación a la divinidad. 

Mientras leía en estos días que varios son los que están usando su fortuna para construir refugios que resistan un ataque nuclear, me llegaron diferentes ideas a la mente, y todas ellas para recordarme que “Cristo en mí, es mi esperanza de gloria”. Recordé lo que vivimos hace 10 años con la profecía Maya del final del mundo. Ese final sería a través de unas inundaciones tan grandes como en los tiempos de Noé. Muchos promotores de bienes raíces en todo el mundo, usaron el miedo a su favor y vendieron como nunca propiedades en las montañas, donde supuestamente no llegaría el agua del diluvio. Yo estoy feliz por muchos amigos que conozco, y que, gracias a ese evento, adquirieron propiedades que hoy son espacios para   retirarse en silencio por breve tiempo y llenarse de energía renovada.

La historia de Noé va más allá  del tiempo y queda como enseñanza pura de obediencia y fidelidad a la voz que clama en nuestro interior, al Padre que es en cada uno, al Cristo residente. En metafísica estudiamos que Noé significa “quien descansa en el silencio”. La práctica del silencio ha sido recomendada por todos los grandes maestros espirituales a través de las épocas. La observación interna que se despierta en el silencio nos coloca en el fluir de vida del universo. Noé escuchó las instrucciones para escoger los animales que entrarían con él en el arca. El arca simboliza nuestro santuario, el aposento alto al que el maestro Jesús se refirió. El arca está en cada uno como una de las  moradas superiores descritas por Jesús, y a las que Teresa de Ávila le dedicó toda su obra. Los animales por su parte representan ideas de bien con la que podemos hacer la obra de manifestación. 

Hoy el diluvio tiene otra forma de presentación, la amenaza de una devastación nuclear es cierta, pero ¿depende de mi que eso no ocurra? La respuesta a esta pregunta es material para otro momento de Ciencia y Fe. Los que creemos en la masa crítica de conciencia, sabemos que cada uno puede contribuir a cualquier evento social o natural. Lo más importante es cuidarnos del diluvio de negatividad que estamos viviendo.

El arca sigue estando donde mismo, en nuestro interior, las amenazas a nuestra paz interior pueden cambiar de nombre, pero el tratamiento es siempre el mismo: ser obediente a la voz del Padre en ti, y descansar en el silencio. Mientras reposamos confiados en el silencio podemos sostener esta afirmación que nos enseñó nuestro fundador Charles Fillmore: “tengo fe en el poder del Dios vivo para salvarme de todo mal; de todo desastre; de todas esas condiciones que parecen sobrepasarme. Tengo fe en el poder de Dios”.

No se necesita tanto para construir el arca. Ella misma se arma manteniendo un pensamiento: Dios es todo lo que existe. Esa es la regla de oro, por cada pensamiento de ansiedad o de temor, colocamos el mismo pensamiento: Dios es lo único que existe. Sobre nuestros miedos humanos no se construye el arca. Hay que buscar calma en medio del temor y confiar, confiar que el Padre en mi hace la obra. Fillmore, refiriéndose al arca, la considera como un centro de conciencia que podemos crear, donde no solamente podemos salvarnos nosotros, sino traer a ese centro la conciencia y la vida de la raza.

En ese mismo orden, la escritora más leída de Unity, la doctora Emilie Cady nos decía: “No es hasta que aprendemos a vivir en el centro, y a saber que tenemos el poder de irradiar desde ese centro esta vida incesante y abundante, que estamos bien y somos fuertes y poderosos”

Esta verdad hay que sostenerla cuando nos lleguen las tentaciones de buscar seguridad afuera. Esas fueron las tentaciones de que nos habló Jesús, cuando por momentos podía llegar a pensar que algo fuera del arca nos puede dar seguridad. Podemos sentirnos tentados a creer que una relación nos dará seguridad, que un trabajo nos dará seguridad, que una posición social nos dará seguridad. Todas son tentaciones creadas por los sentidos. La única seguridad es interior, en nuestro aposento. 

Voy a dejarlos para terminar este servicio con un maravilloso escrito de otro de los maestros, Paramahansa Yogananda, y que el tituló: “La ayuda suprema se presenta al sintonizarnos con el Espíritu”

Somos cual niños pequeños que han sido abandonados en el bosque de la vida, y se han visto forzados a aprender a través de sus propias experiencias y dificultades, cayendo en las trampas de la enfermedad y de los malos hábitos. una y otra vez nos vemos obligados a clamar pidiendo ayuda. No obstante, la ayuda suprema solo viene a nosotros cuando nos sintonizamos con el espíritu. cuando quiera que te encuentres en dificultad, ora: señor, tú estás dentro de mí y en torno a mí. me encuentro en el castillo de tu presencia. he estado luchando a través de la vida, rodeado por todo tipo de enemigos mortales. pero ahora comprendo que ellos no son realmente agentes destructivos para mí, sino que tú me has colocado en esta tierra para poner a prueba mi fortaleza, este es el único objetivo de mis dificultades. estoy dispuesto a luchar en contra de los males que me rodean, los conquistaré a través de El poder de tu omnipresencia.

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