Uno de mis cuentos favoritos cuando niño era el Gato con Botas. En esa época no teníamos Nintendo. Lo más parecido eran los proyectores de diapositivas con imágenes fijas y texto al pie de las imágenes. Recuerdo que varios niños nos reuníamos en diferentes casas para tener una tertulia sobre las películas de poseíamos. El gato con botas era repetido por su buena acogida entre los niños del vecindario.
Esta historia nos cuenta de un jornalero que al morir repartió sus bienes entre sus hijos. El más pequeño no estaba para nada contento con la decisión del padre. Mientras sus hermanos recibieron un molino y tierras para cultivar, al más pequeño le dejaron el gato de la casa como herencia. El chico expresó en voz alta su descontento murmurando: “ y ahora que voy hacer yo con este gasto, de qué voy a vivir“. Esta lamentación fue escuchada por el gato quien le dijo que no se sintiera mal que él no iba a prosperar. El pequeño labrador quedó sorprendido al ver que el gato le estaba hablando, y pidiéndole un saco con zanahorias y unas botas. Esto solamente fue el inicio. El gato se las ingenió para cazar conejos y aves y luego llevarlas de obsequio al rey. Fue tanta la creatividad del animal que convirtió a su dueño en el heredero del reino casándolo con la princesa.
El hijo menor del campesino fallecido nunca imagino todas las grandes conquistas que tendría a través del regalo que recibió de su padre. Él miró a sus hermanos y se sintió por momentos que era menos afortunado que ellos. Sintió envidia de sus hermanos y no podía apreciar el bien que acababa de recibir. El gato fue el mejor regalo posible, su mejor talento.
El gato con botas puede representar el don divino que cada uno recibe del Padre. No existe un solo ser que no reciba del creador un talento único, un sello personal al éxito. Todos heredamos un gato con botas que tiene a la misión de guiarnos a nuestras oportunidades. Ese talento tan personal debe ser descubierto a través de la observación, la intuición, la experiencia, y la disciplina. Estos dones son las primeras cosas que expresamos cuando somos niños. Muchos tienen la bendición de ser observados por sus padres y cuidadores quienes están atentos y apoyan esos dones desde temprana edad. Otros, desafortunadamente la mayoría, descubren sus dones cuando son adultos. Algunos hacen su descubrimiento por casualidad bajo extrañas circunstancias. También existen los que jamás llegan a vivir del éxito de sus talentos.
La causa principal de dejar pasar esos dones es compararnos con otros y con los talentos de otros. Muchos llegan a ser maravillosos reproductores y Replicadores del talento de otros. Esto no nos trae el éxito y la plenitud que vivimos cuando damos riendas a nuestro gato con botas.
No hay fórmulas al éxito. No importa que leamos los testimonios de los grandes líderes y personajes de la historia. Las librerías están llenas de libros de autoayuda con recetas mágicas para el éxito, la abundancia y la salud. Nada tengo en contra de ello. Todo ayuda, pero, solamente cuando recordamos que el camino es interior, que el éxito radica en expresar la chispa que es en cada uno, en el don con botas con que hemos sido equipados.
A cada uno se nos han dado dones espirituales, talentos y fortalezas. Los dones vienen en nuestro paquete epigenético, el alma de cada uno los incluyó en su decisión de encarnar. Éstos forman parte de nuestra identidad. Es muy difícil que podamos esconder nuestros dones espirituales.
Los talentos también tienen base espiritual y se expresan como habilidades que elegimos conscientemente desarrollar. Las fortalezas espirituales descritas como los 12 Poderes por Charles Fillmore, servirán para apoyar el desarrollo de nuestros talentos. Necesitaremos imaginación, fe, poder, voluntad, orden y desapego, entre otras fortalezas, para tener éxito con nuestros talentos.
Curiosamente en la época de Jesús, el talento era unidad de medida monetaria. Cuando el maestro usó la parábola de los talentos para ilustrar el reino de los cielos, se estaba refiriendo a fortuna material que los sirvientes del hombre rico debían usar e invertir de acuerdo con su conciencia. Ya el talento no es una medida monetaria, sin embargo, su definición de habilidades mentales y físicas desarrolladas tienen que ver con nuestro bienestar y abundancia. Los talentos han sido otorgados para multiplicarlos a través de su uso y la fe.
Todos queremos vivir la abundancia del reino, entonces hay que poner a trabajar nuestros dones y talentos. Hay que ponerle botas al gato, darles un saco con zanahorias para que traiga a manifestación todos los anhelos de nuestro corazón. ¿Cuál es tu gato con botas?