Momento de Ciencia y Fe. Septiembre 2020
Israel, fue según la biblia, la Tierra Prometida al pueblo de Dios. Dios se la prometió a Abraham, a Isaac el hijo de Abraham, y luego al nieto de Abraham, Jacob. Metafísicamente, Israel tiene un significado importante en el camino de despertar de conciencia de la raza humana. Israel significa “quien prevalece con Dios”.
El que prevalece con Dios experimenta una transformación, despierta a un gran entendimiento, aviva una fuerza interior que la trae a la superficie con perpetuo vigor, y estoy parafraseando al fundador de Unity, Charles Fillmore, cuando en su libro Diccionario Metafísico, explica el significado de Israel.
Pudiéramos pensar que la Tierra Prometida es un terreno físico donde llegar, y así lo entendieron nuestros ancestros y por 40 años estuvieron cruzando países, montañas y océanos con el afán de llegar a esa tierra. Después de años de travesía siguieron por siglos sufriendo las mismas persecuciones y los mismos efectos del egoísmo humano,
La alegoría del éxodo nos hace reflexionar en donde buscar la tierra prometida. Dios le estaba indicando a Abraham un espacio nuevo de conciencia, un nuevo entendimiento, el mismo entendimiento que se reveló en el maestro Jesús. Los judíos buscaban la tierra de pan y miel y Jesús nos dijo que no solo de pan vive el hombre. Es en el Amor la tierra prometida. Dios es Amor y El reino de Dios está en ustedes, luego el camino a la tierra prometida es un camino interior, un autodescubrimiento.
¿Qué herramientas usar en esa búsqueda? La oración, el silencio, y las practicas del Amor. Estas son las mejores herramientas, son las que enseño el maestro quien vivió y vive en esa tierra de conciencia. La tierra prometida se rige por reglas, esas reglas son de estricto cumplimiento, todos debemos practicarlas si queremos permanecer allí. No son reglas nuevas, siempre han existido, lo que se nos ha olvidado practicarlas. El corazón en cada uno conoce de esas leyes y siempre las ha respetado. El corazón sabe de su unidad con el universo, su sabiduría es infinita.
Les quiero resumir algunas de las leyes que guarda el corazón:
- El corazón vive en un eterno dar. Para el dar del corazón no hay temporadas. Comenzó a darse aun antes de nacer. El corazón sabe que mientras viva en el mundo tangible debe entregarse. Mientras viva me doy. Esa debe ser la consigna. Para vivir en la tierra prometida hay que estar dispuesto a darse siempre y jamás por tiempos.
- El corazón sabe que dar y recibir es lo mismo, que dar y recibir son dos fases de un mismo ciclo. El corazón no se aparta nunca del dar o del recibir, no ha terminado de dar y ya esta recibiendo. La ley de circulación no es una opción en la tierra prometida. Todo el tiempo se necesita circular energía y materia para poder habitar en la conciencia de la tierra prometida. Todo ocurre tan rápido que no da tiempo al almacenamiento. Recordamos cuando en el éxodo llovía pan del cielo, había que consumirlo el mismo día, no se podía almacenar. No hay tiempo ni lugar para acaparar en la tierra prometida, porque lo que se acapara se pudre, se hecha a perder. Así mismo el corazón se da en el ciclo de forma constate. Un corazón que acapara es un corazón con insuficiencia y termina por fallecer.
- En la tierra prometida, lo que no sirve se procesa en casa, se oxigena en casa antes de sacarlo a la calle. El corazón recibe sangre con muy bajo contenido de oxígeno, pero el corazón solamente da lo mejor. En tierra prometida solo se puede hacer lo mejor, dar lo mejor, decir lo mejor, pensar lo mejor.
- Alquimia. Esta es una ley suprema en la tierra prometida. Todos tenemos que ser capaces de transformar a oro todo lo que nos llega. Si lo que te llega es malo, tienes que convertirlo en bueno y si lo que te llega es bueno, entonces tienes que hacerlo excelente. Eso es lo que hace el corazón en complicidad con los pulmones. La sangre triste que le llega al corazón la llena de oxígeno en los pulmones y la vuelve a poner en circulación con calidad máxima. Todos tenemos cosas dolorosas que creemos que nos han hecho, todos tenemos coas que perdonar. En la tierra prometida no se puede terminar un día sin que se haya perdonado todo, sin que se de gracias por lo recibido y se transforme en un producto mejor.
- Quien habita en la conciencia de Israel se da igual a todos como mismo lo hace el corazón. La sangre que emana del lado izquierdo del corazón es recibida por igual por todos los órganos del cuerpo. El corazón no beneficia a ninguno en particular. El corazón No me recuerda a Jesús cuándo se le acercaron en medio de la muchedumbre y le dijeron que su madre y sus hermanos estaban allá afuera coma y él les contestó que su madre y sus hermanos son aquellos que hacen la voluntad de Dios. El corazón pudiera sentirse atraído por el cerebro, por el hígado, inclusive por el propio corazón, sin embargo, cada uno de estos órganos recibe la misma calidad de sangre que recibe el resto de los órganos. El corazón no castiga a ningún órgano por no haber hecho correctamente su trabajo. El corazón no le dice al cerebro “hoy te daré menor cantidad de sangre porque ayer estuviste pensando en cosas malas”, tampoco le dice al hígado “hoy recibirás menor cantidad de oxígeno porque ayer la digestión con las grasas no fue la más adecuada”. Esta es quizás la arreglan más difícil de cumplir para quien permanece en la tierra prometida. Cada uno de nosotros tiene una lista de “los míos” a quienes beneficia no solamente con objetos materiales o acciones, sino también con la calidad de pensamiento qué hacia a ellos envía, o el tipo de emociones que guarda en su corazón para esos que forman la lista de “los míos”.
Vivien en la tierra prometida es garantía de vivir en la plenitud, en la abundancia perpetua, en la paz eterna, en el centro del amor. La vida se regenera constantemente en la tierra prometida, las células siempre son nuevas y cargadas de luz. El alma es liviana y desapegada de las cosas cuando esta arraigada en la tierra prometida.
La promesa sigue en pie, podemos llegar a vivir en esa conciencia. Podemos experimentar esa transformación, despertar ese entendimiento y vigor que nos hablaba el maestro Charles Fillmore, pero debemos para ello seguir la sabiduría de nuestro corazón.
Dios los bendice en amor y en Gracia.