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¿De qué te sorprendes?

Vivimos en un circuito integrado. Cada elemento que entra al circuito afecta a todos los componentes del circuito. 

Hay sabiduría en ese circuito, hay inteligencia en ese circuito, hay perfección, hay orden y por consiguiente todas esas características están en ti, en mí, en todos, por la única y verdadera razón; que todos estamos integrados a ese circuito. 

El mundo creado, y nuestro cuerpo, nace  de nuestra conciencia, de la conciencia del circuito, se afecta y cambia con la simple observación y el enfoque de nosotros. El mundo manifestado sigue atado al circuito a través de la palabra. La palabra es el cordón umbilical que nos mantiene unidos a la fuente. Esa es la magia. Las cosas manifestadas y sus nombres están para siempre unidas. No puede una cosa desprenderse de su nombre. Primero fue la idea, la idea tomó nombre y al pronunciarse se hizo material. El nombre refleja la naturaleza expuesta y ocultada del objeto. 

Cuando descubrimos la magia de las palabras y la fe, podremos hacer mucho por el circuito. Los judíos místicos saben mucho de esta relación. Los maestros de Cábala entienden ese principio. Todas las cosas y todas las entidades, incluyendo a Dios, tienen una traducción lingüística. Por eso es posible lograr una intimidad con Dios, con la Mente detrás de todo. Por eso es también posible lograr una intimidad con cada parte de tu cuerpo.

¿De qué te sorprendes? Desde el primer capítulo del Génesis se muestra la palabra como el elemento de transcripción de la creación: ‘Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” ¡Hasta Dios habla ¡Entonces no te sorprendas! Todos en el circuito tenemos ese poder. 

Las palabras son canales de energía. Tienen la energía para extender la influencia de la felicidad o de la tristeza en tu entorno y en tu cuerpo, y por consecuencia en tu salud. La ciencia ha demostrado que este efecto es sumatorio, es decir, mientras más palabras positivas pronunciamos, mayor es el efecto en nuestra banda de energía. 

Nuestro promedio de vida consciente es de 433 horas. No estamos contando el tiempo de sueño. Tenemos solamente 433 horas para tejer el vestido de nuestro ADN, 433 horas para mejorar el alma. Solo tenemos 433 horas y las estamos gastando en palabras que dañan nuestro material biológico y nuestra alma. Varios estudios realizados demuestran que solamente el 10% de las palabras que usamos son positivas. Esto claramente nos lleva al punto de inicio: la autobservación. Podemos ser inmunes a las palabras de otros, sin embargo, no somos inmunes a las palabras que salen de nuestra boca. No nos podemos proteger de nosotros mismos.

Muchos aprendimos a jugar el papel de víctima desde niños, descubrimos que siendo “víctimas” despertamos compasión en las otras personas, despertamos lastima. Que triste, tener que adaptar nuestro modo de vida y nuestro lenguaje para originar lastima en otros y así superar los retos de la vida. Creímos que los superamos, en realidad lo que hemos estado haciendo es lastimarnos a nosotros mismos. Las palabras de víctimas están por todo nuestro material genético transcribiendo proteínas defectuosas, creando glóbulos de víctimas, enzimas de víctimas, hígados de víctimas. 

Si nos pudiéramos grabar y luego contar las palabras positivas que hemos usado por una sola hora de las que estamos consciente, tendríamos una idea de lo que nuestro cuerpo se lleva en la noche a la fábrica de proteínas. Lo bueno de este ejercicio es el poder de cambiar. Al parecer los organitos encargados dentro de la célula de producir proteínas basado en la receta que reciben del núcleo, no guardan las recetas por más de pocas semanas, es decir, si cambiamos el lenguaje, en pocas semanas le estaremos dando la bienvenida a nuevas proteínas.

 En el camino del despertar espiritual y del reconocimiento de los divino en nosotros, el hombre encuentra que contiene doce facultades, doce facultades que pueden ser desarrolladas como doce centros de poder, doce núcleos de células que se agrupan como “pequeños cerebros” en distintas partes del cuerpo y desde allí desarrollan una capacidad divina contenida en cada ser. 

Para Charles Fillmore, fundador de nuestro movimiento, las palabras son el producto del dentro del Poder localizado en la laringe. Desde este centro se controlan todas las vibraciones energéticas del cuerpo. El mismo Charles escribió: ‘Si la palabra de Dios creó todo lo que fue creado, por consecuencia todo debe estar sujeto a ser transformado a través del poder de la palabra en este plano de formación”

La palabra mueve todas las piezas del cuerpo y del alma. Hay palabras de alta activación y de baja activación. Las palabras habladas tienen más alta energía que la palabra no pronunciada. Esas palabras habladas de alta energía deben ser dirigidas de forma positiva al cuerpo. Si queremos desarrollar una salud robusta, entonces debemos desarrollar la plasticidad del centro del lenguaje en el cerebro. Debemos ser disciplinados y comenzar a cambiar nuestro vocabulario con las palabras que adicionan salud. 

En su libro “La ciencia del Lenguaje Positivo”, Luis Castellanos nos regala una lista de palabras positivas y negativas de alta y no tan alta energía. Echémosle un vistazo a esa lista para ver en dónde estamos: Las personas que usan con frecuencia las siguientes palabras positivas no producen gran activación: satisfecho, tranquilo, sereno, relajado. Para mejores resultados debemos insertar en nuestro vocabulario palabras como alegría, felicidad, energético, activo, entusiasta, orgulloso, sonriendo, riendo. Así en poco tiempo cuando nos pregunten cómo estamos podamos decir algo como “Estoy energéticamente lleno de una felicidad activa”

Con las palabras mejoramos nuestro sistema inmunológico. Los linfocitos y leucocitos cuelgan de las palabras que pronunciamos. Nuestro cerebro trabaja mejor con un lenguaje de activación positiva. La autobservación de lo que decimos nos lleva a cambiar palabras antes de pronunciarlas. Recuerda que una vez dichas, las palabras mueven los elementos creados que tienen que mover.

Cuando vivimos desde el amor, desde la Paz, desde la unidad, entonces reclutamos un lenguaje positivo alto. Los que viven cerca de las personas que alcanzan la maestría de vivir perennemente en estos estados, sienten una corriente de sanación continua. Dicen que su sola presencia sana, y es que las palabras que han dicho en las últimas 24 horas les crea un auras de protección que los sana y sana a todos los que son alcanzados. 

Te quiero dejar con un ejercicio que lo hagas hoy en tu casa. Coloca una de tus manos sobre tu garganta y siente la vibración en tus manos de las palabras: salud, sanidad, regeneración, vida. Esa vibración está llegando a cada célula. Bendice las proteínas que captan esa vibración. 

Gracias por seguirnos y por unirte a nuestro grupo Unity Visión en Ciencia y Fe.

Bendiciones en Amor y en Gracia.

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